Fabricación de las piezas: de la tierra a la forma
La elaboración de las cerámicas involucraba varias etapas: reconocimiento y recolección del barro; la mezcla de elementos para contrarrestar la flexibilidad del material, su manufactura y cocción final.
El barro era extraído de las minas y llevado hasta la comunidad, donde la greda era amasada con piedras pesadas para dejarla con una textura homogénea, y libre de todo material indeseado.
La preparación de la mezcla continuaba con la integración de la "inga" (piedra) o arena para quitarle plasticidad y flexibilidad al barro.
Se confeccionaban luego las formas de las cerámicas: "con esto se veía si la pasta ya estaba lista para ser utilizada, cerciorándose que el estado de contracción de la greda al cocerla era el necesario" (Mónica Adler et. al., 2004: 16-17).
La confección comienza por la base presionando con los dedos, y con la elaboración de los igüeles (cordones cilíndricos de greda elaborados entre las palmas de ambas manos), los que se van adhiriendo uno sobre otro para poder levantar la pieza según la forma que se quería obtener.
Para ello se utilizaban conchas de chorito o de almeja, con los que a través de un movimiento ascendente se iba raspando la parte exterior e interior de la pieza para darle forma y quedara parejo el espesor de los muros.
Posteriormente, las piezas eran pulidas en su totalidad con una pequeña piedra de basalto, que era recolectada en la playa del sector de Huicha, relativamente cercana a Caulín. Después, éstas eran secadas completamente. Se dejaban en repisas hasta que estaban listas para el fuego.
El secado de la pieza era muy importante, pues si la pieza no estaba completamente seca al exponerla al fuego, ésta explotaba al liberar los restos de agua que quedaban en ella.
El rol del fuego en la producción de cerámicas
La cocción era una etapa fundamental en la producción. Se hacía lejos de las viviendas, y durante los días de fabricación se prendía fuego para calentar las vasijas. El término más utilizado era 'caldear', e involucraba la cocción de las piezas (Mónica Adler et. al., 2004: 18).
Este proceso requería un conocimiento sobre el calor y el tiempo que necesitaban los objetos para la cocción o cochura. Esto era primordial para que las vasijas no se quebraran o se fundieran.
La madera utilizada para el fuego era de canelo, la que aportaba la temperatura necesaria para que las piezas quedaran bien cocidas sin trizarse debido al exceso de calor.
El proceso se daba inicio con la preparación del fogón, con una estructura hecha con largueros que formaban una pared de rectángulo, en donde se conservaba el calor (Mónica Adler et. al., 2004: 18).
Isidoro Chaura, hijo de Erminia Ule y uno de los entrevistados en el libro Erminia Ule, la última ceramista de Chiloé explica:
"El hoyo tiene que tener harto fuego, harta brasa... se le va a buscar arena, se le pone primero arena y después harta chamiza que decimos nosotros pa acá, palos viejos, todas sus cosas... entonces más o menos su hora ardiendo po', que no venga la humedad de abajo, de la tierra, entonces está bien calentito el suelo abajo, ahí empieza a arreglar el fuego, los palitos secos... tienen que calentar primero. Después se ponen los largueros y al fuego..." (Mónica Adler et. al., 2004: 18).
Temas relacionados
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Otros sitios
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- Cerámica de Apiao: recordando el oficio del barro. Parte II
Bibliografía
- ADLER, Mónica et al. La última ceramista de Chiloé. Gráficarrera: Osorno, 2003.
- OCHSENIUS, Lucas. Actas : III Seminario Chiloé historia del contacto. Ancud: Dibam, 2011.
- VAN MEURS, Marijke. Guión museográfico de la exposición "Vasijas de Chiloé", año 2007.