Familia Marilican Lindsay es reconocida como Tesoro Humano Vivo
El reconocimiento se debe al trabajo permanente y exclusivo de la cestería en quilineja por parte de don Juan Marilican (QEPD), la señora Ánjela Lindsay (QEPD) y sus hijos Clodomiro y Dagoberto. Trabajo que ha sido puesto en valor por el museo a través de la investigación, adquisición de piezas y difusión.
En este contexto, el pasado miércoles 26 de octubre el Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, se reunió en el museo con Dagoberto y Clodomiro Marilican Lindsay, para conocerlos y conversar sobre su trabajo y conocimiento.
Para entonces, ya se encontraba montada una exposición en el hall del museo que daba cuenta del trabajo de esta familia: canastos realizados por don Juan, Dagoberto y Clodomiro Marilican, y una canasta con tapa tejida por doña Ánjela; todos forman parte de la colección del Museo Regional de Ancud.
El oficio detrás de las colecciones del museo: la quilineja y la familia Marilican
Desde tiempos inmemoriales, los habitantes del archipiélago de Chiloé han utilizado diversas fibras vegetales para confeccionar diferentes tipos de canastos y canastas para la recolección de papas y mariscos, aventar trigo, conservar y preparar alimentos, guardar ropa, e incluso para trasladar una gallina que será vendida en la ciudad, como recuerda don Juan Marilican (com. pers. 2007).
No obstante, en la segunda mitad del siglo XX la cestería presenta notorios cambios relacionados directamente con las transformaciones socioculturales, medioambientales y económicas del archipiélago. Tales cambios se evidencian en 1) la confección de nuevas piezas (como paneras, individuales, carteras, cuelgas de pájaros y peces y figuras que representan a los seres mitológicos, principalmente; las que son vendidas directamente a los visitantes, o a instituciones como CEMA Chile); y 2) el reemplazo de los objetos utilizados tradicionalmente para las faenas de la vida cotidiana (los que fueron mencionados en el primer párrafo) por contenedores de plástico.
Es decir, estamos ante un oficio tradicional que, si bien ha vivido diversas transformaciones, aún está presente en la cultura del archipiélago; existiendo un universo de conocimientos relacionados con la recolección y preparación de la materia prima, los nombres otorgados a las fibras, los puntos y los objetos; conocimientos que, lamentablemente y a pesar de la sobrevivencia del oficio, están prontos a desaparecer.
En la familia Marilican Lindsay el oficio ha sobrevivido, puede que gracias a la adaptación al contexto moderno, a la creación de piezas ornamentales a las que ellos mismos denominaron "fantasías" o "lujos", los que eran tejidos principalmente por doña Ánjela: ella hacía "canastitos con orejas" (los que colgaba en la pared) y canastitos para tarros de café, los que vendía en el mercado de Ancud. También hacía tacitas con sus respectivos platos, mates, bombillas, pantallas de lámpara, individuales, zorzales, copas, etc. Tras su fallecimiento don Juan continuó tejiendo pantallas y mates; y sus hijos generando sus propias innovaciones a piezas tradicionales e incluso a las piezas que ya habían creado sus padres.