Por siglos, en el archipiélago de Chiloé se desarrollaron diversas prácticas musicales, de las cuales tenemos noticias fundamentalmente por los testimonios contenidos en los relatos de los cronistas. Las huellas físicas de los instrumentos sonoros utilizados en el pasado son, por desgracia, escasas: factores como la insularidad, las complejidades climáticas y la humedad y salinidad del ambiente costero, sumados a la condición de nómades del mar de quienes fueron los primeros habitantes de estas islas, favorecieron la desaparición casi absoluta de dichos objetos. También contribuyeron las zozobras del período colonial y, posteriormente, la mirada centralista sobre estos territorios considerados como «alejados».
Orígenes de la práctica musical en Chiloé
Como parte de la ocupación militar, los colonizadores hispanos instalaron en el archipiélago un contingente de agrupaciones musicales destinadas a acompañar la acción de las fuerzas bélicas. Sin embargo, pronto se hizo costumbre que estas agrupaciones participaran también en las ceremonias político-religiosas de la época. Por ejemplo, a través de Francisco Enrich, autor de Historia de la Compañía de Jesús en Chile, sabemos que en 1611 se festejó en la ciudad de Castro al "Santo Patriarca con el simulacro de un combate naval […] con todo el bullicio y explendor militar". En el acto, "no hubo instrumento bélico de clarín, timbal, pífano o tambor que no sirviese al regocijo, ni arma que no se disparase en repetidas salvas". Parte del repertorio sonoro chilote se conformó, en consecuencia, bajo la influencia de dichas agrupaciones musicales militares.
A ese influjo se sumó la interacción entre misioneros europeos y población local, decisiva en la introducción y desarrollo de las artes constructivas que, ante la dificultad de obtener instrumentos musicales en la isla, hicieron posible su producción. Los chilotes de esas épocas conocían bien su medio natural, tanto en el territorio como en el maritorio: sabían identificar y utilizar las maderas, cómo y cuándo sacarlas del bosque, qué tratamiento darles para sacarles provecho. Los misioneros, por su parte, no solo tenían instrumentos musicales, sino que algunos de ellos dominaban las técnicas y contaban con las herramientas para replicarlos localmente.
Así fue tomando forma una práctica musical particular, que incluyó los procesos asociados a la construcción de instrumentos y cuya influencia se extendió por diversas partes del archipiélago, manteniendo una relativa -y reinterpretada- vigencia hasta el presente. Todo ello a la par de la introducción y ejercicio de cantos asociados al ritual católico traspasados a una población local crecientemente mestizada: hoy, por ejemplo, permanecen vigentes himnos religiosos como la Salve Regina, difundida desde Lima hacia fines del siglo XVI y denominada aquí "La Salve Chilota".
Seis instrumentos de factura local
El Museo Regional de Ancud conserva una pequeña colección de instrumentos musicales representativa de estas antiguas prácticas que continúan vivas en el archipiélago de Chiloé. De acuerdo con la norma de clasificación organológica de Sachs-Hornbostel, se trata de un violín, un rabel, una guitarra y tres matracas, todos de confección artesanal. Como resultado de un estudio de enfoque etnomusicológico, hoy conocemos mejor el contexto y la vida social de estos instrumentos, propios de las músicas conocidas como "pasacalles", con las que se acompañan los ritos procesionales católicos.
Descarga el artículo completo "De usos y desusos. Una mirada a prácticas musicales y contextos sonoros en Chiloé, a través de la Colección de Instrumentos Musicales del Museo Regional de Ancud", por Víctor Contreras S.